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martes, abril 03, 2007

20 alumnos vascos han agredido este años a sus profesores

Una veintena de alumnos vascos ha agredido este curso a sus profesores (Deia 03/04/07)

El Gobierno vasco ha creado un protocolo que trata de guiar al docente en casos de agresiónDos de los ataques a profesionales registrados en la CAV se llevaron a cabo por padres de alumnos

Silvia Núñez - Gasteiz

"LA LETRA con sangre entra". Es ésta una expresión que retrata actitudes que forman parte ya del pasado. Hace mucho que quedaron desterrados el coscorrón al alumno desobediente o incluso otros gestos menos amables. Pero , ¿es recíproco ese respeto? ¿La violencia ha quedado totalmente relegada de las aulas? A juzgar por los datos aportados por el Departamento vasco de Educación cabría responder que sí, casi siempre. Un matiz obligado teniendo en cuenta que, en lo que llevamos de curso, 24 profesores han sido agredidos por alumnos o sus familias en colegios o institutos de la Comunidad Autónoma Vasca, según las cifras a las que ha tenido acceso este periódico.

Un número que, pese a no representar un porcentaje muy alto, ha hecho encender las alarmas en el Gobierno vasco, que ha redactado un protocolo para guiar, paso a paso, al personal docente, en casos de agresiones físicas o verbales y, sobre todo, para poner sobre la mesa medidas que eviten las actitudes violentas en la escuela.

«La agresividad cada vez es mayor y las situaciones de violencia son cada vez más numerosas, pero el problema tampoco tiene la dimensión que se quiere dar», suaviza en este sentido el viceconsejero de Educación, Pedro Otxoa. Eso sí, Educación tampoco quiere esperar de manos cruzadas a que las cifras sigan aumentando y reconoce que la escuela tiene mucho que decir y hacer en este sentido.

No en vano, «un profesor agredido se desmotiva, se quema, e incluso puede tener estrés u otros problemas físicos y psíquicos». Una serie de dificultades que, según asume Otxoa, «repercuten en todo el sistema educativo». «Es fundamental que haya sosiego, confianza y buena relación entre las partes», añade.Lo saben muy bien los 21 profesores que han sido agredidos en lo que llevamos de curso (11 en Bizkaia, 8 en Araba y 5 en Gipuzkoa), según recoge la Inspección de Educación. De estos ataques, seis fueron sólo verbales, pero el resto fue denunciado como agresión física y provocó, en algunos casos, incluso el traslado del menor agresor a otro centro escolar.

También en Primaria

La violencia se da tanto en Educación Primaria (10 casos) como en Secundaria (14) aunque se concentra, eso sí, en los centros públicos (todos menos uno durante el curso 2006/07). Para explicar este extremo hay que fijarse en dos factores: «la red pública recoge sectores socio-económicos más bajos» y, además, «en la privada ocurren muchas cosas que no trascienden», tal y como advirtió el viceconsejero.

No en vano, detrás de las actitudes violentas de los menores suele haber familias desestructuradas y con escasos recursos económicos y culturales. «Son chavales que suelen estar desenganchados del sistema educativo, han perdido el ritmo, tienen en la cabeza otras cosas que les preocupan más que las asignaturas», explica Otxoa.

Aunque la familia, en ocasiones, no sólo es la causa, sino también el origen de la agresión. De hecho, de las 24 registradas en Euskadi al personal docente, dos se llevaron a cabo por un padre y una madre de alumnos.

Partes de lesión

El "Protocolo de actuación en casos de agresión al personal de los centros educativos" recoge también un capítulo especial para estos supuestos. Ante la imposibilidad de abrir expediente al agresor, como sí ocurre con los alumnos del colegio, el protocolo recuerda la posibilidad de imponer una denuncia en el Juzgado de Guardia o la Ertzaintza y subraya la conveniencia de aportar testigos y partes de lesión para probar la acusación.

En cuanto a los castigos, el Departamento de Educación deja claro que, cuando es la familia la agresora, no cabe trasladar de centro al alumno, aunque así lo pida el trabajador atacado. «No podemos trasladar a un niño de cuatro años porque su padre haya pegado al profesor, sería echar la culpa al que no la tiene», alerta el viceconsejero de Educación.

Es quizá en estos casos en los que quepa acudir a otra fórmula, la del traslado del profesor, también contemplada en el protocolo. Dentro del epígrafe referido a las medidas administrativas de apoyo al profesional agredido, la publicación contempla la posible adscripción temporal a otro centro por un período determinado, el cambio de función en el propio centro o incluso la capacidad laboral transitoria, previo informe de la Inspección Educativa y del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales.

No obstante, tanto éstas como el resto de medidas pretenden ser el último escalón de un trabajo previo en el que se centra el protocolo que Educación repartirá por los centros vascos durante los próximos meses.«Queremos reforzar las medidas preventivas y trabajar en favor de la convivencia y los valores para evitar problemas posteriores de violencia», recalca Pedro Otxoa.

Un trabajo que, sin duda, debe hacerse de manera conjunta con la familia ya que, tal y como advierte el viceconsejero, «la escuela tiene una tarea importante en la educación, pero hay que ser conscientes de que, si el problema no se afronta en casa y en la calle, no hacemos nada».


En resumen

1. Cifras
En el curso 2006/07, Inspección ha recogido 24 casos de agresión a profesores (6 verbales y 18 físicas) tanto en Primaria como en Secundaria. No sólo se dan ataques por parte de los alumnos, un padre y una madre agredieron también a docentes en dos centros de Bizkaia.

2. Red pública
La mayoría de casos (23 de 24) se dan en centros públicos. El Gobierno vasco aporta dos razones: «la red pública recoge sectores socio-económicos más bajos» y «en la privada ocurren muchas cosas que no trascienden».

3. Traslado del profesorado
El protocolo contempla la posibilidad de trasladar al profesional agredido, cambiarle de función u otorgarle discapacidad.


Policías-tutor, innecesarios

«La agresividad y la violencia cada vez son más frecuentes pero el problema tampoco tiene la dimensión que se quiere dar» Pedro Otxoa,Viceconsejero de Educación

«Todos los problemas que nos hemos encontrado vienen de la falta de coherencia con la familia, no del alumno»

Amparo Montero,Jefa de Estudios de un instituto

La violencia en las aulas es una preocupación común en la comunidad educativa, no sólo por los casos de agresiones al profesorado, sino también por el creciente acoso entre iguales, ya conocido como "bullying". Ante todos estos fenómenos, el Ministerio de Educación propone ir más allá y crear la figura del policía-tutor. Un agente policial para cada centro escolar que, en caso de aplicarse esta medida, haría las labores de vigilancia para actuar en casos de agresiones.

No obstante, esta iniciativa no ha sido bien recibida en Euskadi. «No pensamos en eso en absoluto», contestó en este sentido el viceconsejero de Educación, Pedro Otxoa, quien rechaza con rotundidad esta idea por «totalmente innecesaria» e insiste en que «el problema no tiene la dimensión que se quiere dar».

En contra del menor

Tampoco el propio profesorado acoge con entusiasmo esta idea del Gobierno de Madrid. «Es una medida extrema que no debería aplicarse de forma genérica», apunta en este sentido Amparo Montero, Jefa de Estudios del instituto gasteiztarra Koldo Mi-txelena, que sugiere, incluso, que «vigilar a determinado alumnado podría hasta volverse en contra del menor». S. N.


«Ahora es más difícil enseñar pero tampoco se ha convertido en una profesión de alto riesgo»

S. Núñez Gasteiz

Amparo Montero Jefa de Estudios de un instituto de Gasteiz «Los padres quieren ser ‘‘coleguillas’’ de sus hijos y deben saber que es un error terrible»

Amparo montero reconoce que el trabajo de enseñar es más difícil que hace un par de décadas pero rechaza visiones catastrofistas. «Siempre es noticia lo que más ruido hace, pero la realidad es mucho menos tremendista», advierte. Eso sí, si hubiera que buscar culpables, Amparo tendría más pistas en las casas y las familias que en los propios chavales.

Educación detecta un aumento en las actitudes agresivas. ¿Comparte esa visión?
Yo no tengo esa perspectiva, al menos por la experiencia que he tenido hasta ahora. Es cierto que la manera de relacionarse con el profesorado es más informal y cercana. A lo mejor a algún profesor le puede parecer falta de respeto o incluso agresión. Pero que un alumno se levante en clase y nos insulte es algo excepcional, antes y ahora.

Así que el cambio en la relación profesor-alumno ha sido positivo...
Desde luego, en nuestro centro apostamos de forma clarísima por un tipo de relación basada más en el respeto y en la confianza que en la autoridad o el autoritarismo. Intentamos que los alumnos tengan una relación cercana y, cuando surja un problema, se pueda hablar. El castigo no debe ser sistemático, más bien, la última medida.

¿Es la escuela el lugar más adecuado para transmitir valores y prevenir actitudes violentas?
El lugar más adecuado es la familia. En casa hay que hacer esa labor con los hijos desde pequeños. La escuela debe ser un lugar en el que el alumno aprenda a convivir, socializarse, dialogar... Pero la familia debe ser el primer sitio en el que aprender a relacionarse sin violencia.

¿Los cambios familiares y las exigencias laborales han descuidado esa labor?
Eso sí que se ha notado. Quizá no tanto un descuido, sino más bien un cambio en la relación de padres a hijos, que implica un tiempo más reducido en el que quieren, sobre todo, llevarse bien con sus hijos. Eso les hace ponerse de "coleguillas" y es un error terrible. El niño no quiere eso. Necesita parámetros y reafirmarse en ejes claros.

Tampoco será bueno para los padres...
Desde luego que no. Con esa actitud, llega la adolescencia y les resulta imposible controlarlos. Después llegan los desencuentros y las incoherencias con la escuela. Quieren que les impongamos normas desde la escuela pero no les gusta que lleguen a casa enfadados. Eso cada vez es más frecuente, de hecho, suelen ser peores las familias que sus hijos. Todos los problemas con los que nos encontramos vienen de la falta de coherencia con la familia.

Cuando un alumno se gana una reprimenda, ¿Las familias colaboran o defienden a su hijo "a capa y espada"?
Es más habitual la colaboración, aunque siempre alguno responde eso de «¿Mi hijo? ¡Imposible!».

¿Sería correcto considerar la docencia como una profesion de alto riesgo?
No, es verdad que la profesión se ha complicado y que antes era más fácil enseñar, pero no es para tanto. Con la LOGSE hay más pluralidad y no es tan fácil. En el aula, hasta casi los 18 años, se mezcla el que está motivado con el que no quiere estudiar y eso hace nuestro trabajo más complejo, pero no más peligroso.

Hay quien pide más protección para el profesor...
Yo pediría una mejor consideración. Se nos etiqueta de funcionarios y se limitan a decir que tenemos muchas vacaciones. Todo el mundo parece experto en educación, pero los profesionales somos nosotros. Yo no voy a un taller y le explico al mecánico cómo me tiene arreglar al coche.

Madrid quiere crear el policía-tutor. ¿Hace falta?
Esa idea no me gusta. Vigilar a determinado alumnado podría hasta volverse en contra del menor. Es una medida extrema que no debería generalizarse. Eso sí, hace falta más control para las horas no lectivas. A mí se me cae el alma a los pies todos los lunes: destrozos, botellas, pintadas... pero la policía nunca hace nada por proteger el recinto. Debería haber más vigilancia.

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