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martes, noviembre 14, 2006

Un desayuno completo evita la obesidad infantil

Un desayuno completo enseña a los niños a comer bien y les protege de la obesidad (El Correo, 14/11/06)
Sólo siete de cada cien empiezan el día con una ingesta equilibrada, que incluya leche, fruta e hidratos
El desayuno es sagrado y si no lo es, debería serlo. La primera comida del día debe convertirse para los niños un momento agradable, que sirva para fomentar la comunicación entre los padres y sus hijos y que brinde, además, la oportunidad de disfrutar de una rica y variada alimentación. La realidad, sin embargo, resulta ser muy distinta. A menudo, el tiempo para desayunar se reduce a unos diez minutos; la conversación entre los padres y sus hijos gira en torno a la obligación de comer y lo que conllevará no hacerlo; y la cocina, como guinda, se convierte en un campo de batalla, lleno de puré, restos de fruta, mermelada y cacao.
Las prisas de los padres y las pocas ganas con que los chavales se enfrentan a su primera sesión diaria de mesa y mantel hacen del vaso de leche con galletas un desayuno tan socorrido como insano. Las consecuencias de una comida así resultan nefastas. El niño que desayuna mal, deprisa y corriendo, deja sin cubrir sus necesidades alimenticias y nutricionales.
Después de toda la noche durmiendo, supuestamente sin probar bocado, se va al colegio, a la clase de matemáticas y a la hora de gimnasia, sin haber respuesto las fuerzas necesarias. Y, claro, ocurre lo inevitable: a media mañana siente hambre; las ganas de comer le impiden seguir las explicaciones con la concentración necesaria y acaba acudiendo a la máquina de comida que se exhibe tentadora en los pasillos del centro. Allí, en su vitrina, con unas ganas de comer voraces propias de un chaval de su edad, encuentra todo lo que su organismo convertirá en obesidad, hipertensión, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Es decir, bollería industrial, grasas, gominolas y refrescos azucarados.
Sólo un 7,5% de los niños toma un desayuno equilibrado, según recoge la última Encuesta Nacional de Salud, fechada en 2003. Ese es uno de los informes que han empujado al Ministerio de Sanidad a promover una campaña a favor del desayuno con el fin de sensibilizar a padres, hijos y educadores sobre la necesidad de devolver a esta primera ingesta del día la importancia perdida. Acostumbrar a los niños a realizar un desayuno correcto, dedicando a este momento el tiempo que requiere y enseñándoles a comenzar la jornada con una comida variada, atractiva y equilibrada, les enseña a alimentarse de manera adecuado y les protegerá contra la larga lista de enfermedades relacionadas con la obesidad.
Un placer cotidiano
Comer ha de ser un placer desde que uno es niño, desde que se levanta por la mañana. Ese es el mensaje que quiere transmitir la campaña '¿Despierta, desayuna!, un eslogan que podrá verse hasta fin de mes en prensa, radio, televisión, vallas publicitarias, estaciones de metro y transporte público. «Un niño obeso tiene enormes posibilidades de convertirse en un adulto obeso», recordó ayer la ministra de Sanidad, Elena Salgado. «Y la obesidad -subrayó- incrementa el riesgo de padecer trastornos cardiovasculares, diabetes, algunos procesos articulares e incluso ciertos tipos de cáncer». Estas y otras enfermedades crónicas son, según la ministra, la principal causa de muerte y discapacidad en los países industrializados. «Un peso patológico puede acortar la esperanza de vida hasta en diez años».
Los responsables de la Sanidad pública están preocupados porque han constatado que el 6,2% de la población infantil y juvenil no desayuna habitualmente y porque saben que «existe una relación clara entre este mal hábito alimenticio y la obesidad». El estudio Enkid, un amplio trabajo en el que participaron nutricionistas, pediatras y especialistas en Medicina Deportiva, concluyó en 2001 que este problema se manifiesta en mayor medida a partir de los 14 años, con un pico máximo a los 18, especialmente entre los varones (9,8%). La batalla pública contra el exceso de peso infantil se enmarca dentro del proyecto NAOS contra la obesidad.
Es posible hacer un buen desayuno, rico para el paladar de los chavales y sano para su corazón. Ha de contener un producto lácteo, un cereal (como galletas, pan o copos); una ración de grasa (en forma de mantequilla, margarina o aceite de oliva) y una pieza de fruta o un zumo. También puede llevar mermelada, miel y, si se desea, algún fiambre. Está buenísimo y aporta el 25%de las necesidades de nutrientes del escolar.

PARA ADULTOS
Desayuno bajo en calorías: yogur desnatado, que puede ser con trozos de frutas y cereales. Tostadas de pan integral acompañadas de un trozo de queso. Un vaso de agua para acabar.
Desayunos rápidos: galletas integrales con queso bajo en grasa para untar. Zumo de naranja 100% envasado. Cereal listo, alto en fibra con trozos de fruta. Leche o yogur bajos en grasa.