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domingo, noviembre 12, 2006

Cuatro despide la segunda temporada de Super Nanny

'Supernanny' (El Correo Digital 12/11/06)
JOSÉ JAVIER ESPARZA j.esparza@diario-elcorreo.com/
Cuatro despedía esta semana la segunda temporada de 'Supernanny', ese programa de pedagogía familiar donde una profesional de la educación acude a una casa con niños problemáticos para poner orden y desfacer entuertos, al quijotesco modo, pero con mejor rendimiento. 'Supernanny' se ha despedido con una cuota de pantalla del 10,2%, que equivale a casi millón y medio de espectadores; para la oferta general de Cuatro, son cifras muy buenas. En esta temporada lo único discutible ha sido el horario: las once de la noche, demasiado tardío.
En todo lo demás, 'Supernanny' ha sido tan irreprochable como siempre: casos interesantes, consejos útiles, una orientación pedagógica muy sensata, y todo ello contado con gran agilidad y no poco humor. Conviene tener en cuenta todas estas virtudes de 'Supernanny' porque son muy ilustrativas cuando se plantean problemas como, por ejemplo, el de la calidad en televisión. Ese de 'calidad' siempre ha sido un concepto complejo, así en la vida económica como en la estética.
Nosotros, para andar por casa, podemos entenderlo como una suma -no exactamente aritmética- de tres rangos de calidad distintos: hay una calidad técnica que tiene que ver con la excelencia de la elaboración física, material, del producto; hay una calidad ética que tiene que ver con la dimensión moral del programa, que sea bueno o malo, lo cual suele depender tanto de los valores de la gente como de ciertos principios objetivos; hay, en fin, una calidad estética que tiene que ver con lo bello que pueda ser el producto, lo agradable que resulte para la vista y el gusto, y eso concierne no sólo a la exhibición de actores y decorados, sino también a la presentación de las situaciones.
En los tres casos, por supuesto, se trata de criterios más o menos fluidos, habitualmente sujetos a debate, pero que, al menos, nos proveen de alguna herramienta para hincarle el diente al problema. Así, por ejemplo, uno coge un programa como 'Gran hermano' y ve que presenta una calidad técnica sobresaliente (por el despliegue de medios, las exigencias que plantea su realización, lo bien que suele funcionar todo, la eficacia de la narración), pero que, al mismo tiempo, adolece de una calidad estética discutible y, sobre todo, de una calidad ética deplorable; de la conjunción de los tres criterios puede extraerse un juicio global.
Y del mismo modo, según estos criterios, 'Supernanny' sería indiscutiblemente un programa de calidad: porque técnicamente está muy bien resuelto, porque estéticamente es grato (véase la delicada manera de presentar los conflictos familiares, por ejemplo) y porque éticamente es muy constructivo, pues aspira a ayudar a la gente a resolver problemas para general provecho. Que vuelva pronto.