Los riesgos del pircing
El «piercing» en la lengua tiene riesgo incluso para la vida (Suplemento del Mundo 07/10/06)
Infecciones, sangrado, roturas dentales, pérdida de piezas y otras reacciones graves son habituales entre quienes deciden ponerse abalorios en la boca
ALEJANDRA RODRÍGUEZ
El pasado jueves, el Consejo General de Odontólogos y Estomatólogos de España celebró el Día Nacional de la Salud Bucodental. Los especialistas en salud dental han aprovechado para llamar la atención sobre los riesgos del 'piercing' de la cavidad oral y sus inmediaciones, una práctica cada vez más extendida entre la población adolescente
De hecho se calcula que aproximadamente el 8% de los mayores de 14 años lleva un abalorio de estas características en alguna zona de su anatomía.
De entre todas las partes del cuerpo en las que se pueden colocar anillos o practicar diversas técnicas de 'body' 'art', la cavidad bucal y, sobre todo, la lengua son especialmente susceptibles de desarrollar alguna complicación.
«La lengua está supravascularizada y es fácil que se produzca una hemorragia, incluso de pequeñas dimensiones, a la que no se le da importancia hasta que se complica; y puede hacerlo mucho», recuerda Alfonso Villa, presidente de esta institución.
Y es que si bien en otras zonas del cuerpo el 'piercing' puede producir infecciones con relativa facilidad, lo cierto es que colocar un pendiente en la lengua es especialmente arriesgado, pues la boca es un lugar atestado de bacterias que entran al comer, beber, fumar, masticar, mordisquear o chupar objetos extraños...
En ocasiones, la patología puede iniciarse en el llamado suelo de la boca (espacio submandibular) y dar lugar a una angina de Ludwig. Ésta cursa con dolor cervical, inflamación del cuello, fiebre, debilidad y dificultad respiratoria.
Ha de tratarse precozmente con antibióticos administrados por vía intravenosa para aliviar estos signos ya que, de lo contrario, la inflamación puede aumentar hasta bloquear las vías respiratorias y provocar la muerte. El tratamiento ha de completarse con antibióticos orales, reparación dental y drenaje del cuello con cirugía.
OTROS PELIGROS
En todo caso, y sin llegar a este extremo, anillar la lengua, los labios, el frenillo o las mejillas produce otro rosario de alteraciones como las microrroturas y traumatismos dentales, así como la retracción de las encías por el roce del adorno, hiperplasia tisular (en la zona donde se inserta el adorno el tejido crece demasiado llegando a causar fibrosis), atragantamiento o aspiración si la bolita se desenrosca, desgarros, reacciones alérgicas, interferencias radiográficas...
Eso por no hablar de alteraciones quizá no tan peligrosas, pero sí enormemente molestas, como la hipersalivación por la presencia de un cuerpo extraño dentro de la boca, la halitosis por la dificultad que representa llevar a cabo una buena higiene en la zona anillada, mala fonación o molestias a la hora de masticar y tragar.
Para evitar todos estos riesgos o, al menos, reducir su incidencia, los odontólogos españoles reclaman una legislación más restrictiva para el 'piercing' oral que para el que se realiza en otras zonas del cuerpo.
«La formación de 20 o 25 horas sobre sistemas de esterilización que se exige actualmente en la mayoría de las comunidades autónomas es insuficiente», pone como ejemplo el doctor Villa.
Además, el especialista recuerda que anillar la lengua es un acto de cirugía menor y que, como tal, no puede ser abordado «por nadie que no tenga los suficientes conocimientos médicos sobre anestesia, anatomía, sutura...».
De este hecho se deriva, precisamente, otra de las reclamaciones de los expertos: la necesidad de que conste el consentimiento informado por escrito. «La ley recoge que para cualquier procedimiento quirúrgico o invasivo no basta con el consentimiento verbal», explica el doctor Villa.
El usuario ha de conocer todos los riesgos a los que se enfrenta para poder decidir si los asume o no. «Hacerlo de otro modo es una auténtica temeridad, concluye este especialista.
Infecciones, sangrado, roturas dentales, pérdida de piezas y otras reacciones graves son habituales entre quienes deciden ponerse abalorios en la boca
ALEJANDRA RODRÍGUEZ
El pasado jueves, el Consejo General de Odontólogos y Estomatólogos de España celebró el Día Nacional de la Salud Bucodental. Los especialistas en salud dental han aprovechado para llamar la atención sobre los riesgos del 'piercing' de la cavidad oral y sus inmediaciones, una práctica cada vez más extendida entre la población adolescente
De hecho se calcula que aproximadamente el 8% de los mayores de 14 años lleva un abalorio de estas características en alguna zona de su anatomía.
De entre todas las partes del cuerpo en las que se pueden colocar anillos o practicar diversas técnicas de 'body' 'art', la cavidad bucal y, sobre todo, la lengua son especialmente susceptibles de desarrollar alguna complicación.
«La lengua está supravascularizada y es fácil que se produzca una hemorragia, incluso de pequeñas dimensiones, a la que no se le da importancia hasta que se complica; y puede hacerlo mucho», recuerda Alfonso Villa, presidente de esta institución.
Y es que si bien en otras zonas del cuerpo el 'piercing' puede producir infecciones con relativa facilidad, lo cierto es que colocar un pendiente en la lengua es especialmente arriesgado, pues la boca es un lugar atestado de bacterias que entran al comer, beber, fumar, masticar, mordisquear o chupar objetos extraños...
En ocasiones, la patología puede iniciarse en el llamado suelo de la boca (espacio submandibular) y dar lugar a una angina de Ludwig. Ésta cursa con dolor cervical, inflamación del cuello, fiebre, debilidad y dificultad respiratoria.
Ha de tratarse precozmente con antibióticos administrados por vía intravenosa para aliviar estos signos ya que, de lo contrario, la inflamación puede aumentar hasta bloquear las vías respiratorias y provocar la muerte. El tratamiento ha de completarse con antibióticos orales, reparación dental y drenaje del cuello con cirugía.
OTROS PELIGROS
En todo caso, y sin llegar a este extremo, anillar la lengua, los labios, el frenillo o las mejillas produce otro rosario de alteraciones como las microrroturas y traumatismos dentales, así como la retracción de las encías por el roce del adorno, hiperplasia tisular (en la zona donde se inserta el adorno el tejido crece demasiado llegando a causar fibrosis), atragantamiento o aspiración si la bolita se desenrosca, desgarros, reacciones alérgicas, interferencias radiográficas...
Eso por no hablar de alteraciones quizá no tan peligrosas, pero sí enormemente molestas, como la hipersalivación por la presencia de un cuerpo extraño dentro de la boca, la halitosis por la dificultad que representa llevar a cabo una buena higiene en la zona anillada, mala fonación o molestias a la hora de masticar y tragar.
Para evitar todos estos riesgos o, al menos, reducir su incidencia, los odontólogos españoles reclaman una legislación más restrictiva para el 'piercing' oral que para el que se realiza en otras zonas del cuerpo.
«La formación de 20 o 25 horas sobre sistemas de esterilización que se exige actualmente en la mayoría de las comunidades autónomas es insuficiente», pone como ejemplo el doctor Villa.
Además, el especialista recuerda que anillar la lengua es un acto de cirugía menor y que, como tal, no puede ser abordado «por nadie que no tenga los suficientes conocimientos médicos sobre anestesia, anatomía, sutura...».
De este hecho se deriva, precisamente, otra de las reclamaciones de los expertos: la necesidad de que conste el consentimiento informado por escrito. «La ley recoge que para cualquier procedimiento quirúrgico o invasivo no basta con el consentimiento verbal», explica el doctor Villa.
El usuario ha de conocer todos los riesgos a los que se enfrenta para poder decidir si los asume o no. «Hacerlo de otro modo es una auténtica temeridad, concluye este especialista.
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