Tratamientos de infertilidad
Tratamientos de infertilidad (El Correo, 15/10/06)
Mª JOSÉ GLEZ. GALINDO/ASOC. NACIONAL PARA PROBLEMAS DE INFERTILIDAD
Son muchos los problemas a los que se enfrentan las parejas que tienen dificultades para concebir un hijo, listas de espera de dos o tres años, técnicas no generalizadas en todos los hospitales, necesidad de financiar tratamientos muy costosos de su propio bolsillo, problemas para compatibilizar responsabilidades profesionales con las derivadas de estos tratamientos, sumado al dolor psíquico que altera y desestabiliza el equilibrio personal y de pareja, generando ansiedades y emociones de carácter depresivo.
Por si esto no fuera suficiente, al problema del coste económico y personal se une la falta de información sobre los beneficios y riesgos de los medicamentos necesarios para llevar a cabo estas técnicas de reproducción asistida. Las hormonas y proteínas, hasta el siglo pasado, se obtenían a partir de fluidos y sustancias de origen humano. Es conocido por los profesionales de la medicina que a pesar de la eficacia que han demostrado estos medicamentos durante años, son cada vez más los estudios que prueban que la fuente de obtención no es totalmente segura, pudiendo ser trasmisora de priones, agentes infecciosos responsables de varias enfermedades neurodegenerativas. Las enfermedades prióen (colectivamente llamadas 'encefalotapías espongiformes transmisibles') conocidas hasta ahora son fatales, afectan al sistema nervioso y se cree que también a los músculos, pueden incubarse durante años o incluso décadas en humanos, de ahí que inicialmente se las conociera como 'virus lentos'.
Actualmente los productos biológicos han desaparecido casi por completo del panorama terapéutico, gracias a que las técnicas recombinantes permiten de manera sencilla la obtención de estas hormonas y proteínas con mayores estándares de pureza y en consecuencia, de calidad y seguridad. Sin embargo, existe una excepción, en el ámbito de la reproducción humana asistida, donde conviven productos recombinantes con productos extraídos de la orina. Algunos países del entorno europeo han comenzado a tomar medidas en aras de una mayor seguridad y protección de los pacientes: Reino Unido recomienda evitar la utilización de productos derivados de plasma y de orina en el desarrollo de nuevos medicamentos, siempre que sea posible; Francia y Suiza hacen introducir, en los prospectos y ficha técnica de los productos de origen urinario, advertencias sobre el posible riesgo de transmisión de agentes infecciosos; Italia, a final del pasado mes de julio, también introduce advertencias en los prospectos de estos productos sobre la no exclusión del riesgo de transmisión de patógenos de naturaleza conocida o desconocida.
España, en la reciente Ley de Garantías y Uso Racional del Medicamento y Productos Sanitarios, exige en el artículo 46 sobre medicamentos de origen humano, la identificación de donantes a través de un registro, adoptando las medidas precisas de control, vigilancia y trazabilidad que impidan la transmisión de enfermedades infecciosas. Sin embargo, hoy por hoy, no hay ninguna identificación de donantes ni trazabilidad en los productos comercializados de origen urinario.
Ningún profesional de salud duda que garantizar la seguridad de los medicamentos debiera ser una prioridad de cualquier sistema sanitario. Por tanto, hasta que se tomen las medidas disuasorias sobre el uso de estos productos, que estoy segura no tardarán en llegar, la información completa y veraz al paciente, sobre la elección del medicamento disponible que va a necesitar para someterse a cualquier técnica de reproducción asistida, resulta esencial.
Es deber de los responsables sanitarios de los distintos ámbitos apostar por los medicamentos más seguros sin excepción y restar problemas a todas aquellas parejas que se someten a estos tratamientos.
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